Si las empresa española se examinara de inglés, su nota sería del 4,43. Así al menos lo valora Global English Corporation que en 2013 presentó el estudio BEI (Business English Index) en el que otorgaba esa puntuación sobre un total de 10 puntos. El ranking por países nos ubica por debajo de otros como Bielorrusia, Bulgaria o Rumanía y a gran distancia del pódium ocupado por Filipinas, Noruega y Países Bajos.

La carencia dista mucho de pasar inadvertida. En el último Barómetro del clima de negocios de España desde la perspectiva del inversor extranjero, realizado por IESE Business School en 2014 se defiende que el capital humano es “el área más importante para los inversores”, un aspecto en donde la valoración general de la materia prima española es “positiva”. Sin embargo cuando se desciende para analizar los nueve aspectos evaluados para los Recursos Humanos, de nuevo encontramos que el dominio de idiomas se convierte en el talón de Aquiles, como viene sucediendo en todas sus ediciones. En esta ocasión la nota mejora, pero no alcanza el 2,5 sobre una puntuación de 5, distanciándose de una valoración media en esta competencia por encima del 4.

La empresa mira al mundo

Ambos datos cuantifican una realidad de la que es muy consciente la empresa española, el problema es que en los últimos años, y en gran parte como consecuencia de la crisis y la debilidad del mercado interno, se ha asumido que la conquista de mercados internacionales es uno de los factores estratégicos para ganar estabilidad en el tiempo. Un interés por ganar presencia en el mercado global que se ve recompensado por la estadística oficial, basta recordar que el Ministerio de Economía ofrecía recientemente una de las mayores alegrías en los datos macro al constatar que la actividad exportadora ha crecido en el primer semestre de 2015 el 4,9%. Este porcentaje representa el mayor crecimiento de toda la serie histórica recogida desde 1971.

Y la buena noticia es que a este dato contribuye tanto la gran empresa como la pequeña y mediana, superando una barrera hasta hace poco considerada casi como insalvable: por fin las empresas españolas de cualquier tamaño miran al mundo.

Pero no basta con mirar, también hay que hablar. Y aquí enlazamos con las carencias que muchas empresas encuentran a la hora de negociar en el idioma internacional de los negocios: el inglés. Contar con equipos con una inadecuada preparación en esta lengua supone una pérdida de oportunidades, de competitividad y de ventas.

Análisis de situación y formación

En Global Link Idiomas llevamos casi tres décadas trabajando codo con codo con empresas que han decidido atajar el problema. Todo parte de un buen análisis de situación, en el que se identifican las necesidades que en materia de idiomas va a precisar la empresa para acometer su aventura en el exterior.

Un plan de negocio internacional requiere de estrategia para identificar los mercados que interesan, analizar la competencia, los canales comerciales y el marketing. Para todo ello es necesario contar con recursos, tanto humanos como económicos, y establecer un plan de acción en un plazo medio de tres años. Una labor que acomete internamente cada empresa.

La internacionalización es una carrera de fondo, eso permite contar con un valioso tiempo para formar a los equipos a los que se va a confiar el proyecto. Pero hay que ponerse a trabajar desde el principio. Es necesario que profesionales ajenos a la empresa valoren los conocimientos de cada persona en inglés (o la lengua necesaria) para determinar sus necesidades y diseñen un plan de formación adecuado a las necesidades reales de la empresa.

Los escenarios pueden ser muy diferentes. Algunos de los más habituales son:

  • El equipo implicado tiene un nivel de inglés homogéneo. Eso permite programar una formación de clases in-company en grupo, que serán más o menos intensivas en función de su grado de conocimiento y el calendario de acciones programado por la empresa(el tiempo en que el equipo debe ofrecer resultados). Una buena medida para cuando los plazos apremian es ofrecer un programa de inmersión lingüística, ya sea aislando al equipo durante una semana o varios fines de semana en un hotel para vivir en inglés las 24 horas del día o desplazándolo al extranjero.
  • El equipo ofrece un nivel de inglés avanzado pero tiene carencias en el lenguaje técnico necesario para el desarrollo de negocio, ya sea para la negociación o la presentación de producto. En este supuesto será necesario programar una serie de seminarios a medida, impartidos por profesores con conocimientos en comercio exterior y en el área de negocio de la compañía (salud, logística, turismo, etc).
  • El equipo cuenta con conocimientos muy desiguales de inglés. En estas ocasiones se recomienda programas formativos individualizados que incluyen clases in-company y, según las necesidades de la empresa, inmersiones con estancias en el extranjero.

La experiencia nos ha demostrado que sólo cuando la dirección de la empresa se implica de forma directa en el diseño del plan de formación en idiomas se alcanza el éxito. Para conseguirlo es recomendable concienciarse de que la internacionalización de la empresa pasa por una adecuada preparación del equipo.

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FOTO: Mrg.bz Duboix (MorgeFile Free)

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