El número de idiomas que existen en el mundo no deja de disminuir. Según la publicación Ethnologue: Languages of the World, en la actualidad hay 7.105 lenguas, muchas de ellas al borde de la extinción. Sin embargo, hay excepciones que siguen sorprendiéndonos: en los últimos años se ha documentado la aparición de una nueva lengua, el warlpiri ligero.
Cuando la lingüista estadounidense Carmel O’Shannessy viajó por primera vez a Lajamanu en 2002, descubrió que los jóvenes de la zona hablaban una mezcla de inglés, criollo australiano y warlpiri con características propias. En 2005, publicó sus hallazgos en un artículo de la revista Australian Journal of Linguistics.
Según afirma O’Shannessy, el warlpiri ligero nació entre los años 1970 y 1980 debido a la mezcla de vocabulario de los tres idiomas por parte de las generaciones más jóvenes de la población local. Con el tiempo, han creado una estructura lingüística propia. Por ejemplo, mientras la mayoría de los verbos proceden del inglés y del criollo, muchos de los elementos gramaticales provienen del warlpiri.
Lo sorprendente de este hallazgo es que los primeros hablantes de warlpiri ligero siguen vivos, lo cual permite realizar un estudio pormenorizado de su evolución. En cuanto a su futuro, Carmel O’Shannessy cree que, al haber pasado ya de una generación a otra, “probablemente lo haga a las siguientes”. En junio de 2013, la lingüista publicó otro artículo para la Linguistic Society of America en el que añadía nuevas conclusiones.
El descubrimiento del warlpiri ligero demuestra que las lenguas son algo vivo que nace, crece y “se reproduce”. Igual que la desaparición de un idioma supone la pérdida de una forma muy particular de ver la realidad (y todo lo que esto conlleva), el nacimiento de otro implica la certeza de que un grupo de personas, más o menos grande, tiene una visión propia y diferente de lo que le rodea.